(Continuación del artículo anterior)
La fisica cuantica ha establecido una serie de parámetros relativos que
son de vital importancia para comprender nuestro papel en el
concierto universal.
Las
religiones tradicionales nos pintaron como pecadores, criaturas
insignificantes puestas a sufrir en el juego de los dioses
celestiales o en una dudosa creación imperfecta y llena de
prejuicios.
Esto
ha favorecido una sociedad proclive al pecado y a la desvalorizacion
del individuo, resultando en indiferencia, depresiones y una conducta
animal cada vez más obsesiva (y agresiva).
En
cambio, la ciencia nos está hablando de nuestra posible
participacion como “creadores” de todo lo que sucede a nuestro
alrededor, caracteristicas que tal vez no estén potenciadas debido a
que hemos sido sometidos, por siglos, a una educación de
sometimiento.
Para
que la nueva creencia funcione, en principio, debera evitar
convertirse en creencia y mucho menos en una institucion
religiosa. Hablo de un cambio en la sociedad donde los objetivos no
esten puestos en el éxito económico y la fama, sino en el
desarrollo espiritual.
¿Por
que negar la institucionalización?, pues, porque esta va a
cristalizar lo hasta allí aprendido, lo convertirá en dogma y lo
transmitirá de acuerdo con parámetros de conveniencia. Y lo que
necesitamos es una forma de pensamiento ágil que pueda transformarse
continuamente.
Sin
embargo, mientras el pensamiento, el mundo de las ideas, es algo
mutable; el mundo de las virtudes no lo es, y estas son fundamentales
para provocar el “acercamiento” del ego con el espíritu; por lo
menos así lo veo en este momento.
Evidentemente,
uno de los errores cometidos fue la invencion de los libros sagrados.
El libro sagrado omite la libertad de pensamiento y fundamenta las
doctrinas que son cristalizaciones del pensamiento.
Otro
error es la existencia del sacerdote, una persona con poder sobre los
demas y la capacidad de hablar con Dios, nada menos. Donde hay
sacerdote, no hay dialogo.
Otro
es el ritual, que mecaniza el verdadero acto de comunicacion “entre
mundos”.
Sin
embargo, no abogo por una realización horizontal. Una de las
características del desarrollo espiritual real es que nos hace a
todos más diferentes. Y habra personas que desrrollarán de una
manera totalmente ajena a otras, por lo cual, hasta la escuela como
institución estaría obsoleta. La escuela ha cumplido una funcion de
“emparejamiento” y asistencia en una sociedad comprometida con la
produccion. Una escuela “espiritual” debería poder albergar las
diferencias individuales y desarrollar la virtud en cada una de
ellas. ¿Como lograrlo?
Lo
primordial es que dejen de tratarnos como piezas de una maquinaria de
producción. Seremos como flores en el campo, sin ninguna función
específica, más que dar colorido y perfume al universo.
Es
extraño, porque nos han educado para ser “útiles”, ¿pero
útiles a que?. La maquinaria social nos necesitaba asi... ¿pero
que hubo con lo que nosotros necesitamos?
¿De
qué tabaja una flor? ¿De qué
trabaja un venado? Pues... de nada...”son” flores, “son”
venados”, son manifestaciones de la diversidad y la belleza.
Ahora,
¿como traspasamos la barrera
de una educacion para ser “pieza” a otra para, simplemente,
“ser”?
El
primer paso será hacerse la pregunta, luego entrenarse para ello...
o... mejor dicho... desentrenarse de lo aprendido...
¿A
esto se refería Jesus cuando hablaba de volver a ser niños?
Probablemente.
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