martes, 5 de junio de 2012

EL SIGNO DE LUCIFER

Hace muchos años recuerdo haber sido impresionado por una novela de Herman Hesse titulada "Demian", en la cual mencionaba la existencia de un "signo" en la frente del protagonista que lo hacía diferente a los demás.

En la misma novela se cuestionaba la debilidad y la bondad de "lo bueno", entre otras cosas.

Nosotros hemos crecido en una cultura donde se ensalza al amor, la bondad y la solidaridad, aunque casi no se practican debido a que las mismas pautas de supervivencia dentro de esta sociedad te vuelven vulnerable si lo haces. Así, nos hemos convertido en una sociedad de hipócritas, donde lo que realmente se practica es una competencia descarnada.

A todo esto las religiones promueven un pacifismo a ultranza basado en una dudosa "docilidad".

La cultura globalizada, cuyo objetivo es atomizarnos en unidades individuales al punto de negar los lazos nacionales, étnicos y de sangre; rechazando lo que de cultura tradicional nos queda, lo de dignidad humana, arte, virtud, etc.; nos lleva a sentirnos cada día "menos nosotros" y más parte de una maquinaria incomprensible que produce un bien que nadie quiere...

El ciudadano ideal es un personaje conforme con lo que le toca, cómodo, dependiente de lo que se le ha ofrecido como bienes de consumo, crédito y confort. A  veces manifiesta su preocupación por el medio ambiente, pero él mismo produce una gran cantidad de basura comprando lo que cree que necesita sin analizar adónde va su dinero o si puede obtener lo mismo "sin el envase plástico".

Educamos niños caprichosos, acostumbrados a tener todo lo que solicitan, muchas veces sin modales, bienes que abandonan pues carecen de sentido del valor de las cosas. Muchas veces los veo jugar en la playa con sus utensillos de colores, mismos que dejan a merced de la marea cuando se van, sin considerar que pasan a ser "alimento" de las aves y peces, los que mueren diariamente de a millares por tragar cosas que su organismo no puede digerir. En la naturaleza nada los entrenó a distinguir ese elemento que no debería estar allí.

Hemos creado una etnia de pusilánimes que creen merecerlo todo sin esfuerzo, que viven del esfuerzo de sus padres hasta pasados los treinta años de edad, que se burlan de los ancianos, de los valores humanos, de la religión y exhiben cero nivel de compromiso con la sociedad en la que viven.

Aumento de los crímenes y suicidios? Claro, por qué no? Si ya no hay tesoros escondidos que encontrar, ni amor que conquistar, ni tierras nuevas que descubrir.

Lo que sí tenemos es una raza que gusta del dinero fácil y le da poco valor a la vida.

La única forma, que se me ocurre, de revertir todo esto es un ataque frontal desde el hogar, la escuela y las comunidades religiosas. El hombre es de la medida de su recuerdo de si-mismo, es decir: la historia personal y colectiva pesa en sus entrañas. Las tradiciones étnicas, por ejemplo, lejos de ser una razón de separatividad, exhiben el colorido de lo diferente y el festejo de la vida cotidiana. Nuestros ancestros rememoraban sus hechos heroicos, los cambios en la naturaleza relacionados con la agricultura, veneraban a sus predecesores, a los que consideraban sus protectores espirituales, respetaban a los ancianos por su mayor sabiduría...

Lo que necesitamos es generaciones heroicas, no cómodas.

Qué hacemos con nuestros hijos, facilitándoles todo hasta el extremo de que se vuelven tiránicos. Alimentando en ellos la idea errónea de que se merecen todo aunque no hagan nada...

En casa apagamos la televisión, para siempre, hace dos años. El resultado ha sido maravilloso, todos nos hemos volcado a la lectura o alguna actividad lúdica creativa, incluso a conversar con amigos. No usemos nunca más los medios hasta que no se decidan a transmitir verdadera cultura, exaltando las tradiciones, informando sobre ciencias, mostrando la realidad y la belleza del mundo, promoviendo el hombre-creativo por sobre el hombre-que-poluciona.

Si no nos convertimos en héroes, en guerreros divinos, todo estará perdido y seremos víctimas de un ajuste natural llamado extinción. Ajuste que, cuando llega, es irreversible...




1 comentario:

  1. Espero poder seguir aquello que escribe,me parece muy interesante.....

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