martes, 13 de marzo de 2012

HACIA UNA RELIGIÓN DEL SIGLO XXII


La crisis en las religiones tradicionales y la aparición de nuevas ideas, entre las que destacan la aceptación de la existencia de otros mundos habitados y la física quantica, nos hace pensar en un universo muy amplio de futuras creencias religiosas.

Esta crisis se basa en el aparente fracaso de las mismas para influir en la moralidad general, dar respuestas a dudas existenciales o mantenerse al día con respecto a descubrimientos que las cuestionan, como son los hallazgos arqueológicos y la historia revisionista, entre otras cosas.

El recuento histórico nos da testimonio de las muchas veces que escrituras consideradas “sagradas” fueron adulteradas o censuradas por autoridades políticas y religiosas, en beneficio de un punto de vista privado, individualista o estatal

Es posible que lo único que sobreviva de ellas sean las diferentes técnicas de meditación y ejercitacion (yoga, chikun, etc) que son de visible utilidad práctica.

Sin embargo, el planteo de que la religión sirva para asegurar una mejor vida pos-muerte o pos-iluminación puede llegar a su fin muy pronto.

Necesitamos – y esto es urgente – de ideas que sirvan para que el nirvana o la sabiduría sean hechos palpables en esta Tierra y no una promesa para el final de los tiempos.

Al mismo tiempo del fuerte materialismo imperante, hay un resurgimiento de la espiritualidad, pero, a diferencia de la histórica, esta espiritualidad es concreta y requiere de expresiones que se manifiesten en la vida de todos los días.

Tal vez por eso, escuelas como el Zen o el budismo Nichiren (que promete el Nirvana en la Tierra) han tenido cierta relevancia en occidente.

Hasta hoy nuestra búsqueda de la sabiduría se ha desarrollado en la linea muy estrecha de una vida destinada al nacimiento, crecimiento, enfermedad, sufrimiento, vejez y muerte, dentro del marco de innumerables distracciones mundanas. El resultado ha sido un mundo orientado a la comodidad personal, al éxito temporal, la búsqueda del poder, la fama, la indiferencia al sufrimiento ajeno y el daño irreparable al medio ambiente.

El futuro EXIGE que nuestras creencias se relacionen de otra manera con la naturaleza, que seamos co-creadores, protectores y con una relación cuasi-chamánica con la misma y no sus explotadores.

Al mismo tiempo, que desarrollemos una moralidad natural, pero profunda y fuerte, basada en el respeto por la vida... por sobre todas las cosas...

Nuestra espiritualidad DEBE manifestarse en el mundo concreto. Empezando por sus expresiones más básicas - el amor y la compasión – y llegando, por un camino claro, al triunfo del espíritu sobre la materia.

Evidentemente, estas creencias estarán influenciadas netamente por la ciencia, pero una ciencia que raye en las fronteras de la espiritualidad, tal como lo hace la quantica.

El triunfo del espíritu sobre la materia implica que ya no necesitemos siquiera extraer agua para beberla, sino que nuestra fuerza interior “produzca” lo necesario o “aproveche” lo que el universo da.

Es decir: el fin de la sociedad productiva y de consumo.

Muchos señalarán lo que estoy escribiendo como una UTOPIA o, lo que es peor. UN DELIRIO, pero tengan en cuenta que nuestra civilización es producto de un impulso que se inició unos 15.000 años atrás. Si en vez de empujarnos hacia una civilización urbana de consumo y explotación hubiéramos sido orientados hacia el desarrollo espiritual, posiblemente seríamos MUY DIFERENTES.

Lo que propongo es iniciar ese impulso ahora mismo, sin temor a abandonar las viejas y contaminadas creencias religiosas para comenzar con una nueva pre-concepción religiosa a partir de la nada.

El “camino” tomaría viejas enseñanzas no-conceptuales como la meditación, el yoga y el chikun tendientes al dominio de la mente y las pasiones y a preservar una excelente salud, desarrollaríamos la práctica de las virtudes para que nuestro ego se purifique y se “parezca” a nuestro Ser, hasta que ambos se unan y el Ser individual se manifieste en cada uno de nosotros en la Tierra. Apoyados no sólo desde el terreno de la discusión filosófica, sino desde la educación en el hogar y la escuela; donde las premisas ya no sean triunfar económicamente u obtener fama, sino “lograr la fusión espiritual”. Si esto hacemos, habida cuenta de la capacidad del hombre para desarrollarse, estoy seguro de que podríamos hacer realidad aquella utopía.

No hay comentarios:

Publicar un comentario